La montaña emerge, entre un laberinto de valles, por encima de una extensión de terreno liso.
El Aconcagua se eleva al este de la cuenca hidrográfica interoceánica y al norte del río de las Vacas, cuyo valle transversal, cruzado por la carretera y la vía férrea, culmina en el paso de La Cumbre.
Sus rasgos regulares y de numerosos colores parecen hechos por la mano del hombre, aunque su enorme tamaño, sugiere que ha sido creado por una gran fuerza de la naturaleza.